Presentación de “Distancia”

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Gustavo Zamora Rodríguez

“Viento, campos, caminos, distancia, qué cantidad de recuerdos, de infancia, amores y amigos, distancia que se ha quedado tan lejos” …. Alberto Cortez

“Para mí la vida es el presente, yo la veo con optimismo, el estar bien con uno” expresó Gustavo Zamora Rodríguez artífice del libro Distancia, el número 23 de su autoría en un compromiso con el capricho de su intelecto que va desde el arte, el teatro, la música, la lectura, el deporte y la Lucha Libre.

La Distancia, para el escritor es un instrumento de la añoranza, el recuerdo fugaz de pasajes de su historia lo invadieron, provocado por la noticia de la partida de un amigo e incitados por la nota de una melodía de Alberto Cortez al estar desayunando en la estación del Suburbano de Lechería.

En entrevista con el Periódico de Izcalli, Gustavo Zamora, vecino de Cuautitlán Izcalli, nos confesó ser el sobrino de Pedro Zamora, aquel revolucionario que hace mención Juan Rulfo en su novela El Llano en Llamas, sin embargo nunca hizo gala del parentesco para destacar en el mundo literario, aunque sí, alguna vez le hicieron una entrevista en un diario nacional por ese motivo.

Una vida de diversión y desenfado, con argumentos intelectuales como novelista y dramaturgo, viste una playera que más de ser una tradición, para los amantes de la Lucha Libre (Los ídolos del Ring vs. El Dr. Frankestein), es un esbozo de la importancia de la cultura popular en su vida.

Preocupado por el devenir cotidiano, por la constante palabrería que nos repiten y repiten los encargados de dirigir esta nación, ocupado en mostrar a las nuevas generaciones que a través de la literatura puede crear una conciencia de aptitudes y valores en la sociedad.

En su novela Distancia describe a Mario Salazar, su personaje principal, como un investigador “chavo” de 40 años , soltero y sin compromisos, dice el prólogo escrito por Iván Zamora Rodríguez que “no es un tipo divertido, a veces inteligente, otras cándido, sabe que su empeño por la investigación no lo convierte en un ser extraordinario”.

Una obra escrita en primera, segunda y tercera persona, sin límites en la imaginación y en el proceso de escritura y que nos sitúan, a los que hemos tenido la fortuna de vivir en dos siglos distintos, ser el “parteaguas” en un mundo globalizado.

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