Después de una ruptura, en lo que menos pensamos es en comer, preferimos dejar eso para más tarde, quizá un par de días, y después devorar todo lo que esté a nuestro alcance.
“Se terminó”: una de las frases que nunca queremos escuchar, y menos de alguien a quien queremos tanto. Además de ese dolor horrible en el pecho, las reacciones de la noticia pueden ser desgarradoras y afectar otros aspectos de tu persona, como por ejemplo tu cerebro.
De acuerdo con un estudio realizado por el profesor de neurobiología y Director del Centro de Neuroimagen en el Hospital Universitario de la ciudad de Groningen, Gert ter Horst, cuando te rompen el corazón las hormonas estallan generando estrés.
“Todas las respuestas relacionadas con el estrés a largo plazo se manifiestan después de una decepción amorosa. Por ejemplo, un ritmo cardíaco acelerado y niveles altos de cortisol o adrenalina. Esto, a su vez, provoca noches sin dormir y un estómago que gruñe, pero al mismo tiempo rechaza la comida”, explica el experto.
Según ter Horst, el no tener apetito después de una ruptura amorosa es causado por el modo de defensa que tu cuerpo toma para enfrentar la decepción. El sistema nervioso simpático, encargado de regular el funcionamiento de los riñones, la respiración, circulación, y digestión, se activa, dejándote en modo “sobrevivir”.
Comer pasa a ser algo secundario, tu cuerpo encuentra una forma de compensarlo, suprimiendo los malestares naturales del hambre, hay pocas contracciones y relajaciones musculares en el estómago e intestinos, por lo que el proceso de digestión se frena.
Además de todas las reacciones físicas que sufres por tener el corazón roto, tus emociones también se ven afectadas. Estar triste, enojada o deprimida puede llegar a alterar tu apetito y la forma en la que percibes el sabor. “Las zonas del cerebro a cargo de las emociones y el dolor emocional también regulan cómo comemos, nuestra necesidad de comida y lo que probamos”, detalla ter Horst.
Una vez superado el trauma emocional, las cosas vuelven a la normalidad, aunque llegarán los antojos por la comida chatarra. Así que, si estás pasando por esta situación, no te angusties, sé fuerte, es completamente normal.