Por: Arturo Contreras

La construcción de una planta potabilizadora para la Laguna de la Piedad, tenía el propósito de sanear este cuerpo de agua que recibe alrededor de 150 litros por segundo de aguas residuales, fue un proyecto que anunció con bombo y platillo el entonces alcalde en noviembre del 2019 y que de acuerdo a las proyecciones de Operagua debió terminarse en marzo del 2020.

Para ello, junto a la Comisión Nacional del Agua a través del Consejo de Cuenca del Valle de México, firmaron un convenio de colaboración con la fundación canadiense Ocion Water Scienses. Y no hace falta decirlo entre líneas, aquel evento se le puede calificar solo de una cosa: simulación. Aquel colector tuvo que haberse terminado en dos años y no lograron nada más que poner la primera piedra y tomarse la foto.

De acuerdo al convenio el colector tendría capacidad para regenerar 30 litros de agua por segundo y habría beneficiado a más de 100 mil habitantes. Pero nada de eso ocurrió. Así como con el proyecto de recuperación del Lago de Guadalupe, ese que lleva más de 15 años entre que construyen y no los dos colectores. El argumento que me encuentro siempre es que cuestan mucho, cientos de millones de pesos.

Ok, va. Se las compro. Tan solo para la Laguna de La Piedad, se planearon 125 millones y medio de pesos, divididos entre Conagua, CAEM, Operagua y Ocion Water Scienses. ¿Quién no puso su parte?, ¿entre quiénes se echan la bolita?

Otro fallido intento por “rescatar” un espacio natural. Le vieron la cara a los más de 100 mil izcallenses que dijeron iban a beneficiar.

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