– La obra registra un avance del 61 porciento
Más de dos millones de personas de los municipios de Cuautitlán Izcalli, Tlalnepantla y Atizapán de Zaragoza se verán beneficiadas con la construcción del Túnel Emisor Poniente II (TEP II) el cual tienen como objetivo evitar las inundaciones provocadas en las temporadas de lluvias que cada año van a ir en aumento debido al cambio climático.
Con un avance del 61% en la primera Etapa, el TEP II tiene una longitud final de 5.9 km y pretende captar las aguas de los Ríos Xochimanga y San Javier. Inicia su recorrido desde la zona de Valle Dorado en el municipio de Tlalnepantla y termina en Perinorte en Cuautitlán Izcalli.
Uno de los mayores problemas a los que se ha enfrentados la construcción son las fallas geológicas y los diversos materiales del subsuelo, así lo manifestó Juan Herrera Mora, residente de obra de la CONAGUA. Precisó que el túnel tiene diferentes profundidades con respecto al nivel de tierra, oscilan entre los 30 y 130 metros, en el caso de la falla geológica de Barrientos que es una de las más cercanas, la obra pasará por debajo para no entorpecer su trayecto.
Por invitación de la CONAGUA y el Ayuntamiento de Tlalnepantla, el Periódico de Izcalli recorrió el túnel desde la zona de Perinorte y hasta la parte serrana en el límite con la parte alta de Atizapán a un aproximado de 60 metros de profundidad.
El recorrido inició en la entrada que se encuentra sobre la avenida Hacienda Lanzarote a un lado del centro comercial Perinorte, fuimos revisados por personal médico, sobre todo por la presión arterial para evitar alguna complicación de altas o bajas de presión debido a la profundidad que descenderíamos.
Una vez en la zona de obra bajamos a la entrada del túnel por una escalera metálica unos 30 metros para abordar el convoy de góndolas de acero que sirve para transportar el personal y los materiales, así como para el desahogo de tierra productos de la excavación.
Como si fuera el interior de un hormiguero, los espacios son muy reducidos, en la parte inferior está lleno de lodo, producto de la lluvia de una noche anterior, es necesario cumplir con los mínimos requisitos de los protocoles de seguridad, como lo son: el casco, chaleco y zapatos de seguridad.
Una vez ya en el recorrido pudimos apreciar en su interior el enorme boquete en la tierra con un diámetro de 7.20 metros, con un revestimiento de anillos de cemento y acero.
Después de casi 25 minutos de recorrido y con una profundidad de aproximadamente 60 metros, llegamos hasta las entrañas de la tuneladora Quetzalcóatl, la maquina encargada de abrir las fauses de la tierra y que tiene un peso de 50 toneladas, encargada por pedido en Estados Unidos y ensamblada en México y que llega a perforar hasta 18 metros por día.
La plantilla de trabajadores de las tres empresas, involucra a 150 técnicos y obreros que trabajan en dos turnos de 12 horas cada uno con una hora de comida.
Cabe señalar que los altos mandos y supervisores de obra laboran siete días seguidos y descansan cinco, mientras que los obreros trabajan cinco días seguidos y descansan tres.
Las personas encargadas de la seguridad de la obra precisaron que el mayor riesgo que se tiene dentro del túnel no puede ser un derrumbe debido a que la tecnología avanzada que se utiliza en la perforación sino puede ser un electrocutamiento por la línea eléctrica de 13 mil 200 voltios que abastece toda la maquinaria, así como un incendio y una explosión debido a que se trabaja con tanques de oxígeno y acetileno.
Las zonas de seguridad están estrictamente definidas y todos los trabajadores están perfectamente capacitados ya que han participado en otros tipos de obras como lo son: el Túnel Emisor Oriente en todas sus etapas.