De dónde viene la tradición de la ofrenda de Día de Muertos

Altar de muertos, un recordatorio para las almas que nunca

se han ido del todo

La ofrenda de muertos es una tradición de nuestro país que venera el recuerdo de nuestros seres queridos.

La tradicional ofrenda de Día de Muertos tiene sus orígenes en los antiguos altares precolombinos, los cuales estaban dedicados a diferentes dioses y cuya temporalidad variaba según las fechas en que nuestros antepasados los festejaban.

De acuerdo con el calendario prehispánico, cada deidad patrocinaba un espacio de tiempo determinado. Las ofrendas pertenecientes a Mictlantecuchtli, señor de los muertos, coincidían con el mes de noviembre en el calendario gregoriano. Los españoles, en su misión por institucionalizar el cristianismo en tierras mesoamericanas, decidieron empatar ambas visiones, engendrando un sincretismo muy complejo que dio vida a algunas fiestas como la del Día de Muertos.

La concepción de los antiguos mexicanos sobre las almas que nunca se van del todo y que conviven con los vivos se emparejó con una concepción muy similar a la de los europeos, la cual heredaron de los egipcios y los chinos.

Es por esta mezcla cultural que hoy no se puede imaginar una ofrenda sin una cruz, la foto del difunto y las flores de cempasúchil.

La tradición señala que el altar comienza a montarse desde el 30 o 31 de octubre y permanece hasta el 2 o 3 de noviembre dependiendo la región de México (aunque hoy en día, muchas personas prefieren ponerlo mucho antes). Se dice que el 31 de octubre llegan las almas de los niños y se van al mediodía del día 01 de noviembre, justo cuando llegan las de los adultos para disfrutar de los ofrecimientos levantados en su memoria y retirarse al siguiente día.

Elementos que no pueden faltar en tu ofrenda

Flor de cempasúchil: la “flor de veinte pétalos” es probablemente el principal elemento. Su lugar en los altares se debe a su florecimiento después de la temporada de lluvias. Sus pétalos son utilizados para trazar caminos que dirigen a las almas de la entrada del hogar a la ofrenda, además de colocarse en floreros y arcos.

Calaveritas de azúcar: aunque en un inicio eran de amaranto (pues el azúcar no existía como tal entre los antiguos mexicanos), estas figurillas dulces evolucionaron como una representación de los difuntos a quienes se dedica la ofrenda, es por esto que se les agrega su nombre en la frente.

Pan de muerto: otro de los elementos infaltables en las ofrendas. Puedes comprarlo o elaborarlo tu mismo.

Papel picado: se dice que representa al aire, uno de los cuatro elementos omnipresentes en la ofrenda.

Agua: se colocan vasos con agua para la sed de las almas viajeras y como representación de uno de los cuatro elementos básicos de la naturaleza.

Retrato del difunto: generalmente se coloca en el nivel superior de la ofrenda.

Incienso o copal: otra representación del aire y guía olfativa para los fieles difuntos que “nos visitan”.

Color morado: si la ofrenda de muertos en sí ya es colorida, no debe faltar este tono, tradicional del luto.

Veladoras: en representación del fuego, una por cada difunto para iluminar su camino a casa. Son guía para las almas en este mundo. Las moradas significan duelo; las blancas, pureza.

Platillos y bebidas preferidas del difunto: mole, pozole, tequila… lo que más haya disfrutado la persona en vida para agasajarla.

Dulces mexicanos: para las almas de los más pequeños.

Frutos: principalmente la caña; en varias regiones de México se dice que su vaina representa a los huesos de los difuntos.

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